Investigadores en desinformación han registrado un nuevo brote de información falsa y engañosa que se comparte en línea sobre el coronavirus, después de un declive durante la primavera de 2021, el nuevo aumento de “infodemia” es de hasta cinco veces más que en julio y se enfoca más en la vacunación contra el Covid-19 y en el aumento de casos de la variante delta.
De acuerdo la plataforma Zignal Labs, que rastrea información de todo tipo, las narrativas más predominantes respecto al coronavirus, en redes sociales, televisión por cable y medios impresos y digitales, son:
+ 437 %
Que las vacunas no funcionan.
+ 156
Que contienen microchips.
+ 111 %
Que la gente deben confiar en su “inmunidad natural” en vez de vacunarse.
+75%
Que las vacunas causan abortos espontáneos.
Pese a que Zignal Labs permite rastrear tendencias de narrativas -pero no determina si una historia es desinformación-, los reportes clínicos y estadísticos han puesto en evidencia algunas teorías erroneas sobre la vacunación, ya que la gran mayoría de personas que han dado positivo por el virus en semanas recientes y que han requerido hospitalización, no están vacunadas.
Además, expertos en salud pública, incluyendo a doctores y enfermeras en la primera línea, aseguran que la “Infodemia” está promoviendo parte de la indecisión de las personas en torno a las vacunas y está obstaculizando los esfuerzos por detener el nuevo aumento de contagios, de manera especial con la variante delta, que según observan los científicos, ha resultado ser más agresiva y contagiosa.
La infodemia enferma
“No prestes oídos a información falsa, ni la promuevas”
Gonzalo Leyva Pacheco catedrático de la Universidad de Sonora con licenciatura y maestría en comunicación
La infodemia va más allá de tergiversar, inventar o exagerar información para contrarrestar lo que difunden científicos, organismos internacionales y gobiernos; pone en riesgo nuestras vidas.
La saturación de información alarmante en torno a un tópico, como lo es aún la Covid 19, estimula la ansiedad y el miedo hacia lo que está fuera de nuestro control; nos enferma no sólo física, sino emocionalmente.
De acuerdo a la Organización Mundial de la salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la pandemia por Covid 19 es el primer fenómeno global en la historia de la humanidad que requirió el uso de tecnología a gran escala, como las redes sociales, para ayudar a la sociedad a mantenerse segura, informada y conectada.
Infodemia se acuñó combinando las palabras información-pandemia, que ya juntas significa: una sobreabundancia de información mayormente errónea con el propósito de difundir intereses particulares o de grupos determinados.
Grupos y personas que bajo esa táctica han boicoteado la capacidad de los países para frenar dicha pandemia, pues los datos difundidos son erróneos e imprecisos, reduciendo así la eficacia de las estrategias para combatirla.
Por tal motivo, durante el 2020 la ONU a través de la OMS hizo un llamado a sus miembros para que adoptaran medidas que contrarrestaran la información errónea y falsa.
De acuerdo a información oficial de la ONU (coronavirus.onu.mx), un informe del Instituto de Investigación Interregional sobre crimen y justicia revela cómo grupos terroristas, extremistas violentos y del crimen organizado han operado para demeritar la credibilidad de las medidas de respuesta ejercidas por los gobiernos frente a la COVID-19.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) Considera que La crisis de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) es única en la historia, sus efectos directos han sido la virtual paralización en todo el mundo de algunas actividades económicas (el turismo, el tráfico aéreo de pasajeros, las actividades culturales presenciales) y la marcada contracción de otras (el comercio minorista, los restaurantes y varios otros servicios) por las medidas de confinamiento y las actitudes de prudencia de la población para no verse afectada por el virus.
Estos efectos, que repercuten en la oferta de varios sectores, han tenido también repercusiones en la demanda agregada a través de la reducción del empleo, la disminución de los ingresos de los hogares y sus actitudes de cautela en el gasto frente a la incertidumbre de sus ingresos.
Aunque las políticas macroeconómicas han sido expansionistas, especialmente en los países desarrollados, la conjunción de estos efectos de oferta y demanda en un mundo integrado ha tenido efectos dramáticos. 58 Revista de la CEPAL N° 132 • diciembre de 2020.
Por su parte, retomando ejemplos de la infodemia, según el Instituto de salud Global de Barcelona tenemos , la difusión del uso de lejía diluida como tratamiento –como una gran medida por la adhesión personal del expresidente de los EE.UU, Donald Trump.
Pero existen otras áreas críticas en las que la información falsa o tergiversada ha desempeñado un papel a lo largo de esta pandemia, incluyendo el uso de mascarillas o el nivel y la duración reales de la inmunidad al virus.
Todo esto procede de la precipitación en la publicación científica, que en algunas ocasiones situó los intereses partidistas por encima de las pruebas contrastadas, y de un exceso general de opiniones cuando se dispone de pocos datos o la información es deliberadamente engañosa. A esto hay que sumarle La presión sobre la sociedad en general que se hace muchas preguntas y exige respuestas por parte de los científicos y de los actores políticos. El problema estriba en que, movidos por el sentimiento de urgencia, los periodistas y su público se han precipitado a compartir nuevos hallazgos o hipótesis, independientemente de la calidad de los datos en los que se basaran. Dicha desinformación, a su vez, puede provocar rápidamente ansiedad y confusión en las personas que reciben la información.
Como podemos apreciar, la infodemia va mucho más allá de la desinformación o información inexacta, pues existe el riesgo en la población en dejarse llevar por mensajes que pueden afectar su salud al poner atención a ideas y actitudes irracionales.
María José Ramírez (conexiones365.com) refiere que la OMS detectó que hasta abril del 2020 se subieron más de 360 millones de videos en YouTube, entre audios, videos o notas de portales de noticias. Entre las notas falsas se incluyeron supuestas curas o medicamentos para tratar la enfermedad, incluso se llegó a afirmar que el COVID-19 era falso.
Ante este panorama podemos concluir que de entre toda la información sobre dicha pandemia, es recomendable no dejarse llevar por fuentes dudosas como lo son individuos y colectivos que anuncian verdades a medias o totalmente falsas.
Lo más correcto sería aprovechar la información generada por organizaciones mundiales como la ONU, OMS y aquellas provenientes de universidades con experiencia científica e investigación en esta temática. Asimismo, en cada país o estado, recurrir a fuentes oficiales como los ministerios o secretarías de salud. En Estados Unidos de América, se cuenta con el Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS).
También es recomendable no dar crédito a programas noticiosos de radio, televisión y redes sociales que manejan de forma tendenciosa la pandemia.
Hasta ahora la única forma científica de enfrentar el coronavirus es la aplicación universal de vacunas que afortunadamente ya está en proceso en varios países del orbe y la prevención: no están de más el confinamiento, el lavado de manos con frecuencia, o uso de gel antibacterial, la utilización de cubrebocas y guardar la sana distancia entre unos y otros para evitar rebrotes.
Todo lo demás promovido en los medios con respecto a esta enfermedad, sin bases científicas o certificadas de manera oficial, pone en riesgo la salud personal, familiar y social.