septiembre 12, 2024

Sólo la vida existe: René García

Por: Marco Luis Patiño

Fotografías: Yago Valmee https://www.instagram.com/yagovalmee/

“Sólo la vida existe. Y todo está pegado: la vida a la muerte. El sufrimiento y el dolor con la alegría y el placer, todo está junto y todo es la vida junto con la muerte”, asegura René García, un sanador de almas  en duelo.

Él es fundador de Albergues de México, otrora sede de desahuciados por el VIH/SIDA durante el azote de esta pandemia en los 90 y que actualmente, cuando dicho padecimiento ha dejado de ser mortal,  se utiliza como “hospital del alma” para quienes viven en duelo permanente por cualquier otras circunstancias.

Ya perdió la cuenta de a cuántos dolientes ha escuchado y asistido, son cientos y quizás hasta miles, y es desde su propia experiencia que nos cuenta cómo ha lidiado con las vidas que se conduelen de la muerte.

-¿Hay una forma o proceso efectivo para superar el duelo de un ser querido?

Duelo de un ser querido… ¡wow! Yo puedo hablar de mi propio duelo, del que vivo todos los días. Tengo 45 años que soy portador (de VIH), bastantes como para haber vivido mi propio duelo, porque como el que tiene Sida tiene el mito de la muerte, he aprendido desde un principio a vivir con el duelo,  viviendo el duelo que se vive y se lee en los escritos de tanatalogía, que son ciclos: el impacto, la negación, la ira, el regateo, depresión  y luego el acomodo.

-¿Siempre se dan en ese orden?

Puedes empezar con el que le de la gana a la loca de la casa (la mente), según tus sentimientos y emociones, de tus experiencias de muerte, de pérdidas que hayas tenido en tu vida. A lo mejor desde niño aprendiste a vivir el duelo con tus papás, tus amigos, tus hermanos, no sé, contigo mismo porque te has sentido solo. Entonces el duelo lo vas acumulando y aprendiendo, y cuando llega un duelo ya de adulto, pues todo lo que has vivido, es así como lo expresas; puede ser que lo expreses con furia, con rabia, con enojo y no con impacto o negación, porque ya eso lo has vivido bastante. Puede ser de distintas maneras porque el duelo es personal, no es teórico, hay procesos pero cada quien vive su duelo de diferentes formas.

¿Cuál te da mayor aprendizaje: el duelo por un ser querido que murió o el duelo propio?

Pues mira: yo como he vivido tantos años el duelo, el mío personal, vivo muy contento aceptando la realidad y disfrutando la vida, y cuando llega el duelo real a mi vida ¡es cortísimo! Te voy a platicar mi duelo: Yo tuve a mi pareja Guillermo, viví 30 años con él ¡y duré mes y medio de duelo! ¿Por qué? Porque nunca se fue, nunca se murió, está conmigo, ya se me olvidó cuándo se murió, pero siempre estoy con él.

-Se murió en el 2002

¡Ah, bueno! Ya son 19 años, y siempre está conmigo. Y el otro duelo que viví fue el de mi mamá, que se murió hace 3 años (muy cerca de los 100)  e igual no tuve duelo. Fui a verla cuando ya estaba para morirse, no se murió en ese momento, estaba en Culiacán ella y yo me fui de aquí de Ciudad de México y entonces se murió, y no tuve ningún duelo tampoco, porque no la cargaba, no era una relación codependiente; era una relación suelta, amorosa, sencilla, no tenía ninguna carga de dependencia porque viví la separación cuando tenía 17 años y le dije: “mamá, te voy a matar”, como símbolo de la separación, de la independencia, del no deseo de estar con ella de una manera negativa, de necesitamiento, y cuando ella muere yo ya no estaba sufriendo, yo ya había aceptado esa separación del cuerpo. Entonces, ves como los duelos son diferentes, que no tiene nada qué ver con la teoría tanatológica.

– ¿Cómo es que una persona puede vivir un duelo de manera natural, sin sufrir la ausencia?

Cuando eres libre e independiente, cuando tienes conciencia, cuando vives la vida de una manera espontánea, sin esta jaloneándote ni estar jaloneando a los demás, ni estar necesitando. Si tienes necesitamiento, vas a estar dale y dale, porque no quieres estar solo. Entonces hay que ir a la escuela, aprender a desapegarte de ti mismo primero, de tu ego. Todo eso es muy importante para tener un duelo natural, sano, corto, amoroso; vivo una ausencia donde no hay una ausencia, porque si lo ves de esta forma como lo estoy diciendo, pues siempre estás con los que se han muerto, y yo estoy contento conmigo, porque también he aceptado que voy a estar fuera de este planeta un día. Todo eso me ayuda a de-sa-pe-gar-me, desapego de mí y del otro.

– Cuando dices “hay que ir a la escuela”. ¿A qué te refieres?

A poder hacer conciencia de todo esto que estoy platicando, yendo a ti. ¡No hay de otra! Yendo a ti: buscarte, hurgarte, contigo, a ver si esto que está diciendo este loco en esta entrevista hace eco, pero conmigo. A lo mejor voy y leo un texto de tanatología, pero esto que te estoy diciendo no está en el texto, está en la práctica del desapego a través del duelo sin desesperación, sin locura, sin enojo; es como un duelo que me va a llevar a la felicidad, que me va a llevar a la permanencia, que me va a llevar a estar aquí y ahora, que me va a llevar a vivir más plenamente.

-¿Tú conoces a algún ser humano de los tantos que has acompañado, que no haya podido superar sus duelos?

¡Sí! Tengo una amiga ahorita. Me habló ayer. Está loca, está desesperada, tiene miedo porque está sola.  

Vive el duelo de la soledad, de no tener a nadie adentro ni afuera, tiene duelos atrasados por gente que se ha ido de su vida porque se han muerto, pero los carga, los carga y los carga, no los trabaja.

-¿Cómo concientizarnos de que somos mortales y que tarde que temprano vamos a dejar de existir?

¿Y cómo no concientizarlo? Si lo he vivido toda la vida, tengo que estar totalmente demente o inconciente para no darme cuenta. Entonces ves cómo la sociedad me ha enseñado a creer que soy eterno, ¡pues no!, no soy eterno, para nada. Por eso tengo que ir a la escuela, aprender la realidad y no la fantasía, no la ilusión, no los mitos, no los constructos que he aprendido en mi vida y que son desde hace siglos; la otra parte es que empiece a aprender a vivir, que hay otra energía más allá que es la que sostiene al universo. Para sentirme parte de ese universo, pues voy a regalar mi energía. La regalo ahorita y la regalo después, antes y después de vivir , y en la muerte; estoy en permanente ebullición, trabajando, caminando, produciendo mi personaje, y de esta manera me amo, me gusto, me divierto, me aventuro, estoy contento, aceptativo y amoroso, y puedo hacer lo que me de mi gana; pero tengo que ir aprendiendo a sanarme y sanarme es vivir la realidad, y soy mortal, finito. ¡No pasa nada!

-¿Cómo puedo ayudarle a los míos a dejarme ir cuando llegue el momento en cualquier circunstancia de muerte, incluso por vejez?

Tú eres el ejemplo, tú eres el maestro. De la manera en que ellos te vivan, como tú te vivas contigo y con los demás, de esa manera vas a apoyar esa parte de tu proceso de vida o muerte a tu familia; con tu ejemplo. Si tú eres sencillo, simple, amoroso, que das, que compartes, que juegas, que pides, libre e independiente; pues ellos se van a dar cuenta. Tienes que ir aprendiendo a vivir y a desapegarte con ellos, y de esa manera ellos van a vivir el duelo de ellos mismos y aprender de tu duelo cuando tú ya no estés. Esto que estoy diciéndote habría que ponerlo en los libros de texto, para que los niños aprendan a  vivir libres y los papás a no tener miedo porque creen que si los educo de esa manera –¡se me van a ir!, ¿y luego qué voy a hacer?. Por andar enseñándoles la libertad, ya se fueron a los 17 -. ¡Qué bueno! ¿No? – ¡No! ¿Quién me va a mantener? ¿Quién me va a cuidar? (Ríe) No, no para eso los hiciste. La escuela es para todos, para todos.

Nota: Para más información sobre Albergues de México y su fundador, visitar la página https://www.facebook.com/ErmitaAjusco y/o el sitio web: http://www.alberguesdemexico.org.mx

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