Por: Norma L. Domínguez
Marzo es el mes de la mujer, así se establece en los calendarios de efemérides y de forma incorrecta se considera una celebración, cuando debiera ser una fecha para conmemorar y reflexionar sobre hechos trágicos de la historia, donde hubo víctimas que se atrevieron a levantar la voz para dignificar la condición de las féminas en diversas partes del mundo.
El 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga. El motivo era exigir la reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los varones por la misma actividad y mejorar las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior.
Con ese antecedente y muchas otras manifestaciones, la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 8 de marzo desde 1977, que en esa fecha se instaurara el Día Internacional de la Mujer. La finalidad no era festejar y alabar a las mujeres, sino visibilizar la falta de libertades, equidad y justicia que padecían en todo el mundo.
Desde entonces, esta fecha se ha convertido cada año en un muro de lamentaciones donde vuelven a estar en la agenda, las grandes diferencias y desigualdades que enfrentan millones de mujeres en todo el orbe. Palabras como feminismo y empoderamiento se han convertido en banderas de un movimiento que cada día crece y se manifiesta en diversos ámbitos de la vida social.
A pesar de los avances y el reconocimiento por instaurar una sociedad incluyente y equitativa, existen muchos pendientes en materia de políticas públicas que beneficien a las mujeres. Entre ellos, eliminar la brecha salarial, la carga desproporcionada del trabajo doméstico y no remunerado que recae principalmente en mujeres y niñas, la violencia laboral, el matrimonio infantil, el acoso y hostigamiento sexual, los estereotipos de género, las leyes, prácticas, usos y costumbres discriminatorios contra ellas, y algunos otros temas que impiden una vida justa de igualdad.
Vale la pena preguntar: ¿Por qué no hay en el calendario un Día Internacional del Hombre reconocido por la ONU?… sencillamente porque a excepción del 8 de marzo, los otros 364 días son de ellos. El día que se derrumben todos los muros de la desigualdad e injusticia en contra de la mujer, será innecesario contar con un día para reflexionar sobre la situación de las mujeres. Poner una fecha es marcar diferencias y eso también nos divide como género. Como sociedad debemos aspirar a un mundo donde exista una equidad e igualdad absoluta, donde hombre y mujer seamos diferentes, pero iguales.s
LOGROS Y AVANCES
A inicios del siglo XX, las mujeres eran consideradas “ciudadanos de segunda” no aptas para votar. Fue hasta 1953 cuando la movilización feminista logró que las mexicanas tuvieran derecho al voto. En la actualidad, las mujeres tienen mayor presencia en la política y la vida pública como diputadas, senadoras y gobernadoras.
Otro avance significativo se da en el ámbito laboral para que la población femenina pueda desarrollarse en diversas áreas y disciplinas que antes les estaban negadas. A pesar de haber ganado terreno, aún falta mucho por hacer para que haya una justa remuneración y equidad de oportunidades en igualdad con los varones.
A mediados del siglo XX, la educación, -en especial la superior-, era considerada un adorno innecesario para las mujeres, ya que debían consagrarse al trabajo doméstico y a formar una familia. Hoy en día las mujeres no sólo tienen la libertad de estudiar, sino también de alcanzar cualquier grado académico y elegir la profesión que sea de su agrado.
VIOLENCIA Y FEMINICIDIOS
Los regalos y frases amables para celebrar a la mujer en nuestro país se eclipsan ante la cruda realidad que enfrenta la mujer mexicana por el incremento de la violencia y los homicidios dolosos en medio de la pandemia sanitaria que enfrenta el mundo.
De enero a noviembre de 2021 en nuestro país fueron asesinadas 3,462 mujeres, un promedio de 10 al día. Del total de mexicanas asesinadas, 2.540 fueron víctimas de homicidio doloso, mientras que 922 sufrieron feminicidio por razón de género, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Delitos como violaciones, trata de personas u homicidios se han visto agravados por el aumento de la violencia generalizada, los recortes presupuestales, políticas de género débiles y la subida de las agresiones durante la pandemia.
Los estados que más casos de feminicidio registraron en sus ministerios públicos fueron el Estado de México (132), Jalisco (66), Veracruz (66), Ciudad de México (64) y Nuevo León (57), pero no son los únicos. De acuerdo al SNSP, el mapa del feminicidio se extiende por todo el país, aunque las cifras al respecto son limitadas.
Habrá que reconocer que, pese a los datos duros de violencia y feminicidios, en medio de la pandemia que azota al mundo entero, 2021 fue un año que significó un avance significativo en la lucha de la reivindicación de los derechos de las mujeres en México. El movimiento feminista de pañoletas verdes logró la despenalización del aborto y se alcanzó la paridad total en las elecciones intermedias donde se pudo elegir al mayor número de gobernadoras y diputadas de la historia.
También fue un año de victorias legales como la aprobación de la Ley Ingrid que establece penas de cárcel para quien difunda imágenes de víctimas de feminicidio o la Ley Olimpia que castiga la difusión de imágenes de las víctimas que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales, también conocida como ciberviolencia.