octubre 15, 2024

Reconectarnos con lo básico

Por: Dra. Nadia Alvarez Mexia 

¿Alguna vez has planeado un viaje a un lugar alejado de tu tierra de origen?, ¿alguna ocasión ese viaje te ha cambiado la forma de percibir tu existencia?, si es así, ¿has intentado viajar a un lugar que no conozcas dentro de tu país de origen o inclusive del estado donde naciste? He tenido la oportunidad de viajar a diferentes países, y sin duda la experiencia nos cambia la perspectiva de vida, de quién somos y quiénes son los que cohabitan en ese lugar que visitamos. Pero después de un período en el que no hemos podido viajar, ni siquiera para visitar a la familia, mis dos viajes recientes fueron al hogar de mis padres, a la ciudad donde habitan varios familiares y al estado donde me reencontré con una gran amiga. 

El ejercicio resultó mucho más interesante de lo que pude imaginarme. Decidí, junto con la familia, que no habría un plan específico para realizar actividades -esto lo conté en mi columna de diciembre – ¡y lo logramos! En este receso de primavera, coincidimos en lo mismo pero esta vez viajaríamos a un estado distinto para visitar la capital y lugares a su alrededor además de reencontrarnos con una gran amiga y su familia. La visita, personalmente, me permitió explorar aquello que he olvidado de mi país de origen desde la salida de la escuela de los niños hasta lo que sucede una tarde cotidiana en la plaza de un pequeño pueblo. Más que cuestionar las interacciones que sucedían entre quien vende una paleta helada hasta un globo, logré disfrutar y dejarme llevar por el colorido de todo aquello que pasa ante mis ojos, la nostalgia de lo que ya no hago al vivir en otro país, y la apreciación de lo que me ha formado desde mis primeros años de infancia. 

Incluso me cuestioné por un momento, ¿qué hacía viviendo lejos de mi lugar de origen? pero al siguiente día la pregunta cambiaba a ¿cómo todo esto que está a mi alrededor lo puedo albergar en mí como una extensión de lo que ahora soy? Realmente el viaje fue tan disfrutable que mis ojos aprendieron a observar cada detalle, a admirar lo conocido, a reconectarme en lo desconocido y a dejarme llevar por la dinámica local. Comí, reí, discutí, caminé, platiqué, atendí, visité, pero sobre todo logré reconectarme con lo básico como comprar un dulce en la tiendita de la esquina hasta caminar por calles empedradas, dejar el maquillaje a un lado y no secarme el cabello y solo ponerme una gorra. Ni siquiera puse atención a la ropa y si estaba combinaba para el escenario de la tan esperada foto. Recordé cómo viajaba con mis padres, mis abuelos y mis tíos en aquellos ayeres donde uno no tenía itinerario, y lo que salía espontáneo era la norma de los viajes familiares. 

Me reconecté con lo básico de tal suerte que me compré unos huaraches de color verde en el tianguis, un collar en la plaza del pueblo, pedí una limonada de agua mineral, y me senté en una banca por horas sin hacer nada y a la vez haciendo mucho… Probablemente, tenga la oportunidad de seguir viajando para regresar a mis raíces o para conocer tierras lejanas; cualquiera que sea el camino, de algo estoy segura, siempre tendré el objetivo de reconectarme en lo básico. Es como un ejercicio de dejarse llevar, pero con una responsabilidad de ser consciente en lo que nos alimenta, nos nutre, nos era indispensable y lo habíamos olvidado.  ¿Dónde planeas tu próxima visita? Yo tal vez a un lugar que nunca he visitado o tengo mucho tiempo sin ir, y que seguramente se localiza en la misma ciudad donde vivo. 

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