Todos queremos comprar un producto con calidad a buen precio, pero puede ser caro porque está hecho con calidad
Sun Magazine/Redacción
Oferta no siempre es sinónimo de calidad. Sobre todo en el mundo de la comercialización dónde el valor de un producto y/o servicio no siempre se mide por el precio de este; un producto caro puede ser caro, porque simplemente es caro sin ser de calidad; un producto puede ser caro porque está hecho con calidad. Y el más importante de estos enfoques, el que prefieren muchas personas como usted o como yo, puede ser “cuando hablamos de un producto con calidad a buen precio”.
Tal vez se pregunte ¿Qué tanto influye la calidad de un producto o un servicio?, la respuesta es concreta: cuando las características específicas del producto o servicio cumplen con el nivel de satisfacción de las expectativas de un cliente o consumidor, en automático el cliente sabe que ha encontrado lo que buscaba. Sin embargo, a este concepto, falta agregarle lo siguiente ¿Cuánto estoy dispuesto a pagar? Primero que nada el “precio” quiere decir: cantidad de dinero que hay que pagar por una cosa, producto o servicio.
Hace algunos meses, decidí comprar unos zapatos por catálogo –realmente no acostumbro a hacerlo porque después varían los colores, o la misma talla- lo cierto es que los encargué porque me gustaron, además de que podía cubrir el pago en dos o hasta en tres quincenas; cuando finalmente tuve los zapatos en mis manos, observé el tacón, el interior de cada zapato, me los probé porque luego sucede que en el caso de nosotras las mujeres, aunque ambos zapatos sean de la misma talla, puede variar por mínimo la talla uno de otro zapato. Para no hacer esta historia tan larga, comparto que quede “fascinada” con mi compra; el precio fue de 687 pesos y el gusto o la fascinación duró tan sólo cuatro puestas, porque en cuestión de dos meses el tacón se quebró a la mitad, y de esto no hubo reembolso, mucho menos el cambio de la mercancía. Por supuesto que lo que más me incomodó, fue esa sensación de estafa frente a un par de zapato que me había conquistado. El primer paso para identificar que tan grande era mi desconcierto frente al par de zapatos ya pagado, fue mediante un cálculo muy simple: “Cuánto dinero desperdicié contra el tiempo que me habían durado”.

En mi papel de cliente o consumidor, -como guste llamarle-, he decidido que en definitivo, las compras por catálogo no son lo mío, mucho menos perder el dinero en compras impulsivas.
Seleccionar un producto o servicio de calidad a buen precio, no es una decisión de sabios, mucho menos representa un desgaste mental. Usted debe identificar factores como: precio, condiciones de pago, prestigio de la marca, periodo de garantía, servicio al cliente y lo más importante, “su capacidad financiera”; estos elementos en conjunto deben sumar un valor a su economía en lugar de restarle.
Como ya hemos dicho, la calidad se paga, evidentemente porque es un valor agregado para ese producto o servicio, y el precio del producto es una traducción del valor que usted le otorga a su economía. Y esta debe basarse principalmente en calidad-precio.
Finalmente y para cerrar este artículo, debo comentarle que hay tiendas que se han labrado a pulso una imagen de buen precio, manteniendo una congruencia entre calidad y buenos precios; a esto se refiere cuando hablamos de “prestigio”, este tipo de tiendas, bien merece la pena frecuentar.